Adhyātma
Yoga: El yoga del ser interior
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Adhyātman significa
“relativo al si-mismo-esencial” (ātman), a la auténtica naturaleza
del individuo.
El yoga de
la propia naturaleza esencial o ser interior (adhyātma) es un concepto
que aparece por primera vez en el Kaṭha Upaniṣad, hacia el
año 1.000 A.C. Su objetivo es la Suprema Esencia, que reside escondida en la “cueva”
del corazón.
Mediante la realización a través
del Adhyātma Yoga, contemplando lo divino, que es difícil de ver,
transciende el tiempo y se halla escondido en la cueva del ser (lo más
recóndito, el corazón del hombre), el sabio transciende los estados emocionales
negativos (harṣa) y el dolor (śoka) (Kaṭha-Up.1.2.12).
El ātman no se alcanza
a través del estudio, ni por el intelecto o la sagrada enseñanza. Se alcanza
por la elección de sus elegidos —porque él es escogido. A ellos, ātman
revela su propia forma (Kata-Up.1.2.23).
En
esta cita se considera que el si-mismo no es un objeto como los demás que podamos
analizar o experimentar. Realmente, es el sujeto transcendental de todo. En
consecuencia, no hay nada que pueda hacerse para lograr el “sí-mismo”. Por
contra, la realización del si-mismo depende de la gracia. Como expresamente se
cita, el “sí-mismo” se alcanza “por quien él escoge”. No obstante, también
queda claro en el contexto que el aspirante espiritual puede hacer algo: debe
prepararse necesariamente para el acontecimiento de la gracia divina.
El
Kaṭha Upaniṣad entiende la práctica espiritual como una
involución progresiva o un retornar de la conciencia. El texto distingue siete
etapas o niveles que constituyen la Cadena del Ser:
Los
sentidos (indriya).
Los
objetos de los sentidos (viṣaya).
La
mente inferior (manas).
La
mente superior o facultad de la inteligencia (buddhi).
El
gran “sí-mismo” (mahātātman), una especie de entidad colectiva
compuesta de yoes individualizados.
Lo
inmanifiesto (avyakta), que es la esencia de la Naturaleza (prakṛti).
El
“sí-mismo-trascendental” (puruṣa), la auténtica naturaleza del ser
humano.
Solo
el “sí-mismo-trascendental” se halla más allá de las dimensiones manifestadas o
inmanifestadas de la Naturaleza.
Precisamente,
el puruṣa es el objetivo del trabajo psico-espiritual del yogui.
Pero ese trabajo sagrado, o alquimia auto-transformadora, se inicia muy
humildemente con el control de la tendencia a exteriorizar de la mente.
Se entiende como yoga la firme
sujeción de los sentidos. Entonces, se logra la atención (apramatta) (Kaṭha-Up.2.3.11).
En
otras palabras, el yoga es el estado de equilibrio o estabilidad interior que
depende de la fijeza de la atención. Cuando se estabiliza la mente, se puede
empezar a descubrir las maravillas del mundo interior, el vasto horizonte de la
conciencia. Pero, en última instancia, tampoco conduce a la liberación esta
contemplación del mundo interior. Se trata solamente de una condición previa
para que surja el estado de gracia.
En
la literatura Jainista, el texto Yoga Bindu de Haribhadra Sûri (750 D.C.) hace referencia al Adhyātma
Yoga como el primero de los cinco grados del auténtico yoga y que consiste
en el recuerdo o reflexión constante sobre la propia naturaleza esencial.
En
nuestra época, el Adhyātma Yoga lo divulgó el santo Dāda de Aligarh
y en 1.929 lo introdujo en el Reino Unido su discípulo Hari Prasād
Shastri, fundador del Shanti Sadan en Londres.
Se
ha dicho que este es el yoga característico de las Upaniṣads.
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