Bhakti
Yoga:
El
yoga del amor y la devoción
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Bhakti significa
tanto devoción como apego amoroso a lo Divino. Estrictamente, la palabra
significa “compartir” (de la raíz verbal bhaj “participar,
compartir”), pero se traduce normalmente como “devoción” o “amor”.
Desde
el principio, este término estuvo íntimamente conectado con las tradiciones
teístas del hinduismo. Sin embargo, originalmente, el ideal bhakti
prevaleció entre los adoradores de Visnú, con una fuerte tendencia hacia
la filosofía teísta. Esta orientación queda bien reflejada en el Bhagavad
Gītā, donde Krishna declara:
De aquél que me ve en todas partes
y que todo lo ve en mí,
de aquél yo no me alejo
y él no se aleja de mí (6.30)
El
yogui en el camino devocional participa literalmente en lo Divino a través de
la entrega, devoción, servicio y adoración para, finalmente, ser arrastrado a
la unión mística con lo Divino.
Śāṇḍilya, el autor
del Bhakti Sutra (1.2), define bhakti como “el supremo apego al
Señor”. Es el único tipo de apego que no refuerza la personalidad egóica y su
destino. El apego es una combinación entre prestar atención a algo e
investigarlo con intensa energía emocional. Cuando confesamos nuestro apego por
ciertas personas, queremos decir que nos alegra su compañía o que incluso
encontramos placer solo con pensar en ellas, de tal forma que cuando somos
conscientes de su ausencia o pérdida nos entristecemos. La pérdida de personas
o animales amados, e incluso de objetos inanimados queridos, parece que
disminuye nuestro propio ser.
En
Bhakti Yoga, el practicante es siempre un devoto, un amante, y lo Divino
es lo Amado. Un practicante de Bhakti Yoga se llama un bhakta (lit.
“cómplice”) o devoto.
El
temperamento bhakti busca sobre todo desarrollar una relación directa,
intensa y personal con lo Divino (o simplemente con la vida; el bhakti
no necesariamente necesita la presencia de Dios). Los practicantes de Bhakti
Yoga creen que un Ser Supremo trasciende sus vidas y se sienten inclinados
a conectar o incluso disolverse completamente en tal ser mediante actos
devocionales. En Bhakti Yoga la fuerza emocional del ser humano es
purificada y canalizada hacia lo Divino. En su disciplina de auto-transcendencia enstática, el bhakti yogui
tiende a comportarse de forma mucho más expresiva que el típico Rāja
o jñāna yogui. Los seguidores del Bhakti Yoga, por ejemplo,
no se avergüenzan de derramar lágrimas de anhelo por lo Divino.
El
Bhāgavata Purāṇa (3.29.7ss.) distingue cuatro clases de
devotos. Las cualidades de los tres primeros están en consonancia con las tres
cualidades primeras de la naturaleza (guṇa), mientras que el cuarto
tipo se dice que es nir-guṇa, o más allá de las cualidades
primeras de la naturaleza.
Por
otro lado, de acuerdo con el Bhagavad Gītā,
Aún aquellos devotos que veneran,
llenos de fe, a otras divinidades,
aun aquéllos me veneran a mí, ¡oh Kaunteya!,
pero sin ceñirse a la correcta norma
(9.23)
Mientras
tales adoradores no reconozcan a Krishna como al Ser Supremo, no
alcanzarán la liberación final.
Este
tipo de persona es por naturaleza intensamente devocional y se siente atraída
por la acción ritual, la plegaria, los mantra y
la entrega a alguna imagen particular de lo Divino, o símbolo de la fuerza de
la vida, mediante ofrendas de flores, canto de himnos religiosos y
concentración en el Ser Divino. Algunas ópticas religiosas se prestan a este
tipo de personalidad más que otras. El bhakti se siente especialmente
atraído por el tantrismo (focalizado sobre todo en la devoción por Kṛṣṇa
y Rama), aunque hay espacio para él hasta en el Yoga Clásico,
donde Patañjali se refiere con frecuencia a la “devoción” (īśvarapraṇidhāna).
La
belleza del Bhakti Yoga es que resulta accesible a cualquiera,
independientemente de su desarrollo espiritual, porque el aspirante es libre de
establecer una relación con Dios de cualquier forma que encuentre atractiva.
Además, satisface el deseo original inherente en el alma de todos los seres —la
necesidad de amar. El Bhakti Yoga satisface este impulso dentro de un
contexto espiritual, permitiendo cultivar el amor y la devoción de una manera
saludable. Los Bhakti Sūtra de Nārada y partes del Bhagavad-Gītā
perfilan este camino.
La
desventaja del Bhakti Yoga es que puede convertirse en un escape de los
rigores de la profunda auto-investigación requerida
para el crecimiento espiritual. La devoción puede muy fácilmente degenerar en
un sentimentalismo soñador si no se equilibra con una sincera introspección.
También, una excesiva dependencia emocional en algo exterior a uno mismo, sin
tener en cuenta su apariencia "divina”, impide alcanzar el estado de
madurez espiritual. Éste ha sido el problema en las sectas en las que se cree
que la "gracia" del guru es el combustible que maneja el
cohete del crecimiento de los discípulos. Los guru que reclaman hacer el
trabajo que los discípulos deben hacer por sí mismos, están conduciendo
erróneamente a sus seguidores.
El
gran erudito contemporáneo Surendranath Dasgupta, en su obra “Hindu Mysticism”, caracterizó al
practicante avanzado como sigue:
Tal persona esta tan apegada a Dios
que no hay nada más que le importe; sin esfuerzo por su parte, otros apegos e
inclinaciones pierden su poder ante él. Tan inmensa es su pasión por Dios que
consume todo sus deseos terrenales...
El bhakta lleno de tal pasión
no la experimenta solo como una corriente de alegría oculta que inunda en
secreto las profundidades de su corazón, sino como un torrente que le desborda
en todos los sentidos. Comprende mediante sus sentidos, como en un deleite
sensual; lo siente con el alma y el corazón, como una intoxicación espiritual
de alegría. Tal persona canta, ríe, baila y llora. Ya no es de este mundo.
Dualidad y liberación.
El
Bhakti Yoga enseña a transformar las emociones en amor y devoción. Es el
camino de la mística en donde todo proviene de la gracia de Dios. Todo esto se
ha mezclado tradicionalmente con el uso de soportes y relaciones externas. Los
ritos, rituales y ceremonias son los soportes, y la adoración del guru y
de un Ser Supremo externo es el enfoque de las relaciones. En este camino, la
Realidad Transcendente se concibe generalmente como una Persona Suprema más que
como un Absoluto Impersonal. Muchos practicantes de esta vía prefieren incluso
considerar a lo Divino como lo “Otro”. Hablan de comunión y fusión parcial con
Dios en lugar de una total identificación, como en el Jñāna Yoga.
Esta orientación dualista esta bellamente expresada en una canción devocional
del siglo XVII, de Tukārāma:
¿Puede el agua beberse a sí misma?
¿Puede el árbol saborear su propia
fruta?
El adorador de Dios debe permanecer
diferente a Él.
Solo así se llegará a conocer el
jubiloso amor de Dios.
Pues si dijésemos que Dios y él son
uno,
esa alegría y ese amor se
desvanecerían al instante.
En
el camino del Bhakti Yoga, el devoto siente una pasión creciente (rati)
por el Señor y esto le ayuda a romper una barrera tras otra entre la
personalidad humana y la Persona Divina. Este amor creciente culmina en la
visión del cosmos penetrado, saturado y sostenido por Dios. Este es el tipo de
visión que sobrecoge y atemoriza al Príncipe Arjuna, como se describe en
el famoso capítulo XI del Bhagavad Gītā. Contemplando el
esplendor divino del Señor Kṛṣṇa, Arjuna
exclama:
¡Oh Dios!, en tu cuerpo yo veo
a todos los dioses
y a las variadas multitudes de los
seres,
al señor Brahma
sentado en el loto que le sirve de
asiento,
a todos los ṛṣi y
a las serpientes divinas (11.15)
Te veo a ti
con infinitos brazos, vientres,
bocas y ojos,
de forma ilimitada por doquiera;
no veo de ti
ni fin ni medio ni principio,
¡oh Señor de todo!, ¡oh omniforme! (11.16)
Te veo con diadema, maza y disco,
haz de fuego resplandeciente por
doquiera,
difícil de contemplar, hacia todos
lados
con el resplandor del sol, del
ardiente fuego,
inconmensurable (11.17)
Al ver, ¡oh tú de poderosos brazos!,
tu inmensa forma,
con múltiples bocas y ojos,
con múltiples pies, muslos y brazos,
con múltiples vientres,
con múltiples y pavorosos dientes,
los mundos tiemblan y también yo
(11.23)
Relamiéndolos,
devoras de todas partes
a todos los mundos
con tus llameantes bocas;
llenándolo de luz,
tus terribles esplendores
consumen todo el universo, ¡oh Viṣṇu!
(11.30)
Dime quién eres tú de terrible
forma;
te rindo homenaje, ¡oh tú el más
excelente de los dioses;
ten piedad!
Quiero conocerte a ti como Ser
Primero (en tu forma humana),
pues no comprendo lo que haces (pravṛtti)
(11.31)
El
Bhagavad Gītā distingue dos grados de liberación: con devoción
y sin ella:
Convertido en Brahman,
con su espíritu sereno,
no sufre y no desea;
igual para con todos los seres,
hace suya una devoción suprema
dedicada a Mi (18.54)
Gracias a esa devoción (bhakti),
él me conoce,
sabiendo, de acuerdo a la verdad,
quien y cuán grande soy;
y luego, conociéndome de acuerdo a
la verdad,
penetra en mí (18.55)
Estos
versos hablan de lo que generalmente se conoce como “amor supremo” (parabhakti)
de la persona, el momento final de la realización, cuando el devoto se funde
con lo Divino y descubre que la Realidad no es impersonal, sino suprapersonal.
Antes
de esta realización es preciso contemplar a Dios como al Otro, que puede ser
adorado mediante canciones, ritos y meditación. Después, sin embargo, lo Divino
y el devoto se hallan fundidos de forma inseparable en el amor, aunque la
mayoría de las escuelas de Bhakti Yoga insisten en que esta fusión
mística no es una total identificación con Dios. Lo divino se experimenta como
infinitamente más penetrante que el devoto, que se considera más bien como una
célula consciente dentro del inconmensurable cuerpo de Dios.
El
Bhakti Yoga se cita a menudo como ejemplo de la enseñanza dualista típica,
pero el dualismo no es la tónica en todas las escuelas de esta rama del yoga.
Incluso aunque al principio todos los devotos se refieran a lo Divino como a
una Persona aparte, el objetivo final de algunas escuelas es fundirse tan
completamente con lo Divino que solo queda un absoluto olvido del propio ser:
el Señor se comprende como la única Realidad existente —una comprensión que
anula la ilusión de la personalidad egóica transcendiendo así la creencia de
ser una entidad separada.
Orígenes y desarrollo.
El
camino de la devoción (bhakti) tiene sus raíces en el ritualismo místico
de los antiguos vedas. Solamente unos pocos himnos védicos sugieren una
relación emocional pasional con la deidad invocada. La imaginería de tales
invocaciones es elevada pero distante y carece del patetismo devocional típico
de la literatura bhakti medieval.
Los
iluminados Védicos (ṛṣi) invocaban distintas deidades
durante sus ritos sacrificatorios. Por ejemplo, el primer himno del Ṛg
Veda, en honor del Dios Agni (la deidad del fuego interno y
externo), dice:
Digno de alabanza es Agni,
tanto por los antiguos como por los actuales ṛṣi (1.2)
Sea para nosotros accesible tu
acercamiento, así como un padre a su hijo: ¡Agni, permanece con nosotros
para nuestro bien! (1.9)
Más
adelante, el sabio Agastya se dirige a Indra y los Maruts
de esta forma:
Ante vosotros me presento con
reverencia y con este himno solicito vuestra enorme compasión (1.17.1)
Otro
himno que se dedica a Indra, se dirige la deidad como sigue:
Indra proporciona
consuelo a quién efectivamente le prepara el soma (es decir, la planta
preciosa que produce el néctar de la inmortalidad) que anhela. Él, con gran
motivación, considera su amigo a tal devoto con sus actos rituales.
Indra,
que ama los himnos de ese consagrado devoto, el cual realmente prepara el soma
y los pasteles y cocina la cebada para Él, le concede sus deseos.
Ahora, Indra, loado y glorificado
con alabanzas, concede fortuna al adorador, como un río que se desborda. ¡Oh,
Señor de los Caballos!, un nuevo himno se ha formado para Ti. Ojalá nosotros,
en posesión de los carros (mentales) seamos siempre diligentes en Tu alabanza.
(Ṛg Veda 4.24.6-7 y 11)
El
camino Védico para rendir culto desembocó con el tiempo en la vía de la
devoción, que siempre se mueve alrededor del culto a lo Divino como una Persona
Suprema (uttamapuruṣa), a menudo designada como Señor (īś,
īśa, īśvara). Así, el Bhakti Yoga es
esencialmente dualista, manteniéndose el adorador siempre como un devoto
incluso al más alto nivel de realización espiritual. En otras palabras, a
diferencia de otras escuelas del vedānta o del yoga no-dual, las
escuelas del bhakti reconocen que la Persona Última es infinitamente
superior que incluso el sabio autorrealizado más elevado.
El
Bhakti Yoga no floreció como un camino claramente delineado hasta la
época del Śvetāśvatara-Upaniṣad y el Bhagavad-Gītā.
El primer texto, atribuido al tercer o cuarto siglo a.C., pero posiblemente más
antiguo aún, menciona la palabra bhakti por primera vez, con respecto al
culto de lo Último bajo la forma del Dios Śiva. Este texto Śivaita
antiguo recomienda la devoción a lo Divino y al propio maestro.
Si estas verdades han sido
comunicadas a un hombre que siente una devoción suprema por Dios, y por su guru
como por Dios, entonces irradiarán; en verdad, resplandecerán (6.23)
En
la época del Bhagavad-Gītā (la Canción del Señor), compuesto
aproximadamente hacia el 500 a.C., el camino devocional había logrado ya cierta
importancia. El Gītā recoge las enseñanzas dadas por el
Dios-hombre Kṛṣṇa, una encarnación divina (avatāra),
al Príncipe Arjuna en el campo de batalla de una de las guerras más
sangrientas que hubo en tierras del Indo. Esta obra de 700 estrofas presenta
por primera vez el Bhakti Yoga como un camino espiritual formal. Kṛṣṇa
dice:
Entre todos los yoguis,
a aquel que me venera,
lleno de fe, con su ser concentrado
en mí,
a aquél yo lo considero
como el más disciplinado por el yoga
(6.47).
Fija en mí tu mente,
dedícame a mí tu devoción.
Que tus sacrificios sean para mí.
Llegarás a mí,
en verdad te lo prometo,
eres mi amigo (18.65).
De
forma significativa, el Gītā se refiere a la palabra bhakti
no solo como a un camino de devoción, sino también como al objetivo de
liberación final.
El
devocionalismo hindú se extendió igualmente de forma natural a las deidades
femeninas, y el más importante de los primeros textos sagrados en alabanza de
lo Divino femenino es el Devī-Māhātmya. Está incluido en
el Mārkaṇḍeya-Purāṇa (siglos IV a VI a.C.) y
se trata de un excelente documento de la tradición Śākta
centrado en el culto del Poder Divino (śakti). En el Śāktismo
también juega un importante papel la adoración ritual de la diosa, ya sea Mahādevī,
Kali, Durgā, Pārvatī, Annapūrṇa,
Caṇḍī, Satī, o cualquier otra deidad
femenina del Hinduismo. En los primeros siglos de
nuestra era, el Śāktismo se mezcló cada vez más con el Tantra,
aunque sin llegar a perder completamente su identidad separada.
El
ideal de la devoción se convirtió en el enfoque de todo un movimiento cultural,
el llamado Bhakti Mārga o “camino de devoción”. Este movimiento
floreció desde el 800 al 1100 a.C. Ésta fue la época de la creación del Bhakti
Sūtra de Śāṇḍilya y el Bhakti
Sūtra de Nārada, dos obras sánscritas en forma de
aforismos que codifican el camino del devoto.
Las
enseñanzas monoteístas se desarrollaron ampliamente, dentro y fuera de los
círculos religiosos del Viṣṇuísmo y del Śivaísmo.
Los primeros adoran a Viṣṇu, a menudo bajo su encarnación de
Kṛṣṇa, y los segundos dedican sus vidas al Señor Śiva.
Ambos movimientos son mencionados ya en el Ṛg Veda
pero no es hasta la segunda mitad del primer milenio cuando toman fuerza a
través de sectas como los Pāśupatas, los Kāpālikas
y los Kālamukhas.
En
la India del Sur, el Bhakti Yoga fue difundido durante este periodo por
los Vaiṣṇavas Ālvārs y los Śaiva
Nāyanmārs. Los Ālvārs (”los
que se sumergen en lo profundo”) era un grupo de doce santos adoradores de Kṛṣṇa
que crearon un conjunto de apasionadas poesías, algunas de los cuales todavía
son cantadas por los lugareños. Sus composiciones se recogen en el Nālāyira-Tivyap-Pirapantam.
Entre estos santos cuyos poemas expresan el deleite del éxtasis y el anhelo
Divino, los Ālvār de Namm lograron gran fama con Tiruvāymoli.
Lo mismo sucedió con Āntāl, la única mujer santa de este
grupo.
Rechazando
los vedas, los adoradores de Śiva
de habla Tamil crearon su propio canon sagrado, el Tiru-Murai de Nambiyāndār
Nambi (siglo XI). Esta escritura contiene centenares de himnos, siendo el
más famoso el Tiru-Mantiram de Tirumūlār — un magnífico
trabajo poético sobre yoga que enseña una mezcla de devocionalismo, gnosis (jñāna)
y tecnología yóguica, creando un sistema teológico de amplia repercusión,
denominado Śaiva Siddhānta. La poesía de los santos de Śiva
Appar, Saṃbandhar, Sundarar y Mānikkavācakar
—generalmente considerados los más antiguos del grupo de los Nāyanmārs—
aún mantiene atracción inspiradora para los buscadores contemporáneos.
La
tradición de los Ālvārs se continúa los denominados Ācāryas
(preceptores) que intentan sistematizar la teología monoteísta del Viṣṇuísmo.
El principal exponente es Rāmānuja, del siglo XII, que con su
doctrina del Viśiṣṭa Advaita (no dualismo cualificado)
logra integrar las tradiciones Viṣṇuitas del Sur y del
Norte.
Un
importante texto sagrado que exalta el acercamiento del devoto es el
enciclopédico Bhāgavatapurāna o Śrīmadbhāgavata
que fue creado por adoradores de Kṛṣṇa
aproximadamente en el 900 d.C. En esta extensa escritura (11.6-29) se encuentra
el Uddhava-Gītā, un diálogo instruccional entre el Señor Kṛṣṇa
y el prudente Uddhava que también circula como texto independiente. En
esta obra (21.26-30), Kṛṣṇa ensalza la devoción sobre
todo lo demás.
Representantes modernos.
Hoy
en día, los miembros de la secta Hare Krishna (Sociedad Internacional
para Conciencia de Krishna) son los representantes más importantes de la
tradición bhakti. Esta secta es un vástago de la escuela Vaiṣṇava
Gauḍīya, de Bengala, que continúa el linaje del santo Caitanya,
del siglo XV. El fundador de la secta es A. C. Bhaktivedanta Swami el
cual, en 1965, a la avanzada edad de setenta años, viajó a los Estados Unidos
para predicar el camino bhakti a los occidentales. Su secta ha
producido, entre otras cosas, muchas traducciones inglesas de escrituras
sánscritas clásicas de la tradición bhakti.
Bhakti también era el evangelio del santo
silencioso Meher Baba que tiene pequeños grupos de devotos alrededor del
mundo. Pero posiblemente el maestro bhakti más notable de hoy es Mata
Amṛtānandamayi (“Amma”).
En 1993, el periódico mensual Hinduismo Hoy la
denominó la “hindú del año”. Durante los últimos años, la carismática Matajī
ha experimentado un meteórico ascenso de su fama en los países occidentales que
visita regularmente. También es conocida como la “Madre que abraza” porque en
sus eventos devocionales, en los que se practican los cantos y bailes, le gusta
compartir su amor ilimitado con los devotos e invitados no sólo espiritualmente
sino también abrazándolos físicamente.
Una
auténtica vorágine de amor es Madre Meera que reside en un pequeño
pueblo de Alemania. Miles de personas de todo el mundo han peregrinado a su āśram
para recibir sus bendiciones en una sencilla ceremonia. Madre Meera
no es una maestra sino una profunda presencia espiritual que ha ayudado a que
los innumerables buscadores fortalezcan su práctica espiritual, sin tener en
cuenta su camino particular. Ella demuestra el poder del amor silencioso,
incondicional, y lo despierta en aquéllos que son receptivo a sus bendiciones.
Prácticas.
Los
estudiantes de Bhakti Yoga se limitan a tener sus propias conexiones con
lo Divino. El estudio regular de la literatura bhakti y la recitación de
los textos clásicos, en Sánscrito o en inglés, se han considerado
tradicionalmente como herramientas muy importantes para el bhakta. Son
aún más importantes para el estudiante contemporáneo de Bhakti Yoga, que
tiende a estar mal informado sobre el yoga. Siempre es posible acercarse al Bhakti
Yoga simplemente como una práctica devocional, sin comprometer a la mente.
Pero esta orientación puede ser engañosa, sobre todo para el practicante
occidental, el cual puede desviarse fácilmente hacia una conducta inmadura,
sectaria. Los grandes preceptores del Bhakti Yoga tradicional,
especialmente Rāmānuja y Yamunācārya,
demostraron que el devocionalismo no tiene que ser necio. Al contrario, sus
realizaciones mostraron muy claramente que la gnosis y la devoción son
totalmente complementarias.
Hay
diferentes grados de devoción. En el Bhāgavata Purāṇa,
del siglo IX, se definen nueve etapas que expone Rūpa Gosvāmin
detalladamente en su obra Bhakti-Rasa-Amṛtā-Sindhu (Océano de la
Esencia Inmortal de la Devoción):
1. Srāvaṇa: la
escucha de los nombres de la Persona Divina. Cada uno de sus cientos de nombres
ilumina una cualidad distinta de Dios y escucharlos crea una actitud devocional
en el oyente receptivo.
2. Kīrtanā:
canciones de oración entonadas en honor del Señor. Tales canciones suelen tener
una melodía simple y se acompañan con instrumentos musicales. El canto es una
forma de meditación que recuerda lo Divino y conduce a rupturas enstáticas.
3. Smarana: el recuerdo de
Dios, la evocación meditativa amorosa de los atributos de la Persona Divina, a
menudo en su encarnación humana —por ejemplo, como el hermoso pastor Krishna.
4. Pāda sevana:
veneración de los pies del Señor, como parte de la ceremonia de adoración. Los
pies se consideran tradicionalmente como el punto extremo del poder espiritual
y la gracia. En caso del maestro vivo, el desapego se manifiesta frecuentemente
inclinándose ante los pies del guru.
5. Arcana: rituales. La
ejecución de ritos religiosos, especialmente las ceremonias diarias en el
propio domicilio, en un altar donde se instala la imagen de la deidad
particular (iṣṭadevatā).
6. Vandana: postraciones ante
la imagen de lo Divino.
7. Dāsya: devoción
servil a Dios, expresada mediante el intenso anhelo del devoto por permanecer
en compañía del Señor.
8. Sakhya: sentimiento de
amistad por lo Divino, que es una forma mística más íntima de asociación con
Dios.
9. Ātmanivedana: auto
ofrenda o autotrascendencia enstática, mediante la cual el devoto entra en el
cuerpo inmortal de la Persona Divina.
Estas
nueve etapas forman un camino ascendente a través de una devoción cada vez más
fervorosa que culmina en la unión con lo Divino.
Para
mantener todo este proceso es precisa la fe (śraddhā), que
también es necesaria en las demás formas de yoga. En el Yoga-Bhāṣya
de Vyāsa (I.20)
se dice que “la paz que se experimenta por medio de la fe protege al yogui como
una madre amorosa”.
Curiosamente,
el Bhāgavata Purāṇa, además del amor, reconoce el poder
liberador de otras emociones —miedo, deseo sexual e incluso odio— siempre que
su objetivo sea lo Divino. El secreto que subyace en todo esto es sencillo:
para temer a Dios, se siente odiado por lo Divino; o se aproxima al Señor con
un ardiente amor sexual que obliga al devoto a prestar toda su atención a lo
Divino. Tal concentración crea un puente a través del cual puede penetrar la
gracia divina y transformar completamente al individuo, incluso hasta el punto
de la iluminación, siempre que la emoción sea lo suficientemente intensa. De
esta forma, la satisfacción de la emoción es menos importante que su objetivo.
El
Visnú Purāṇa cuenta la historia del Rey Śiśupāla
que odiaba lo Divino bajo la forma de Visnú tan intensamente que el
pensamiento en Dios era constante y, con este proceso, alcanzó la iluminación.
Esta práctica espiritual involuntaria lleva el nombre de dveṣa—yoga,
o yoga del odio.
De
acuerdo con el Bhāgavata Purāṇa (3.28.7) hay muchos
tipos de Bhakti Yoga que se adaptan a las diferentes constituciones
individuales (sva—bhāva) de cada practicante.
Abhāva | Adhyātma | Agni | Anna | Aṣṭāṅga | Asparśa | BHAKTI | Bhāva | Buddhi | Dhyāna | Ghaṭāsthā | Guru | Haṭha | Hiranyagarbha | Japa | Jñāna Dīpti | Jñāna | Kaivalya | Karma | Kaula | Kriyā | Kuṇḍalinī | Lambikā | Laya | Mahā | Mantra | Nāda | Nirodha | Nyāsa | Pañcadaśaṅga | Pāśupata | Prapatti | Pūrṇa | Rāja | Sahaja | Samādhi | Sāṃkhya | Saṃnyāsa | Saṃpuṭa | Saṃrambha | Saptāṅga | Ṣaḍaṅga | Śiva | Siddha | Sparśa | Tantra | Tāraka | Yantra
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