Kaivalya-Upaniṣad
Doctrina
secreta sobre la soledad trascendental
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Introducción
La Kaivalya Upaniṣad pertenece al Atharvaveda, al grupo de las Upaniṣads
recientes y se considera una Upaniṣad
menor. Además está clasificada entre las Śaiva
Upaniṣads, o sea, aquellas Upaniṣads
que conciben al dios Śiva como
el Principio Supremo con el doble carácter de dios personal y de Absoluto
impersonal.
Igual que la Śvetāśvatara Upaniṣad, esta Upaniṣad también considera a Śiva como el supremo regidor y el
auténtico Brahman. Los dos últimos versos
lo elevan al estatus del famoso Śatarudrīya,
que es un importante texto del Yajur Veda
conteniendo 100 versos de pura devoción a Śiva.
La Kaivalya Upaniṣad es un texto revelado a Āśvalāyana,
un conocido sabio (ṛṣi) de los tiempos védicos, por el
mismísimo dios Brahmā. Básicamente se dirige a personas de avanzada
edad que han renunciado a la vida placentera común y se hallan en la última
etapa de sus vidas.
La Upaniṣad acentúa con intensidad la importancia de la renunciación
para lograr la liberación. Ya desde el mismo principio, Brahmā afirma que la liberación solo puede obtenerse mediante
la renunciación, y no por otros medios (2).
Kaivalya quiere
decir “estado de kevala”, es decir, estado de soledad trascendental (o
absoluto) del observador. Es el estado de liberación obtenido mediante la
renuncia y el convencimiento de que uno mismo es realmente Brahman. El método o técnica para alcanzar dicho estado se describe
con bastante detalle (5-7)
Se destaca la unidad de los dioses
(8) y la importancia de la sílaba mística “om”
para la transformación del ego (11). Se explican los tres estados de conciencia
y se comparan lógicamente con los tres mundos del macrocosmos, es decir, la
tierra (estado de vigilia), el cielo (estado de sueño con ensueños) y el mundo
de Brahma (estado de sueño sin
ensueños) (12-18).
Es difícil determinar la fecha de
composición de esta Upaniṣad,
pero de todos modos pertenece al ámbito y época del Hinduismo. Se explica así
la preeminencia del dios Śiva,
el lugar concedido al Yoga, la referencia a la devoción.
La Kaivalya Upaniṣad es una de las Upaniṣads recientes más valiosas y hermosas por su exposición
clara y concisa de algunas de las principales doctrinas upaniṣadicas.
Texto
Om. Entonces Āśvalāyana,
acercándose al Supremo Señor (Parameṣṭhi), le dijo:
Parameṣṭhi es una alusión al dios
creador (Brahmā) de la trimurti hindú.
1. “Enséñame, Señor, la ciencia de Brahman
(brahmavidyā) —la más excelente, siempre venerada por los sabios,
secreta, mediante la cual el sabio, desembarazándose rápidamente de todo mal,
alcanza el Ser Supremo (puruṣa) que está más allá de lo más lejano”.
2. El gran señor, Brahmā,
le dijo: “apréndela mediante la fe, la devoción y la meditación”. Algunos han
alcanzado la inmortalidad no mediante el acto ritual (ceremonias y
sacrificios), la progenie o la riqueza, sino mediante la renuncia, el abandono
de todo.
3. Más allá del cielo, ubicado en lo
recóndito del ser, brilla Aquello en que los ascetas penetran.
4. Todos aquellos ascetas que
mediante el conocimiento del Vedānta han captado el sentido de la
realidad y cuyas mentes han sido purificadas por el renunciamiento (saṃnyāsa)
se liberan, tornándose inmortales en los mundos de Brahman (brahmaloka)
en el momento de la muerte.
5. El sabio, en un lugar solitario,
sentado en una postura cómoda, purificado, con su cuello, cabeza y cuerpo en
línea recta, establecido en el último āśrama, controlando
todos sus sentidos, saludando a su maestro con veneración, medita en aquel loto
sin manchas y puro que es su corazón.
El último āśrama
es, en la tradición hindú, el periodo en la vida de un hombre dedicado
fundamentalmente a la renuncia, la meditación y la búsqueda interior. Los otros
tres periodos son: brahmacarya, o fase de estudio y celibato; gṛhastha,
o etapa de cabeza de familia; vānaprastha, o periodo de retiro en
el bosque. Finalmente, saṃyasa, el cuarto āśrama,
o fase de renunciación a todo.
6. Meditando en aquel que morando en
el centro de su corazón (Brahman) es inmaculado, libre de dolor,
impensable, inmanifestado, de forma infinita, feliz, calmo, inmortal, origen de
Brahmā; en aquel que está desprovisto de principio, medio y fin,
uno, que todo lo compenetra, conciencia y felicidad, sin forma, maravilloso.
7. Meditando en aquel que es
compañero de Umā (esposa de Śiva), Supremo Señor,
poderoso, con tres ojos, de cuello oscuro, sereno, el sabio alcanza el origen
de los seres, el testigo de todo, más allá de las tinieblas (avidyā).
8. Él es Brahmā, Śiva
e Indra. Él es imperecedero, supremo, autónomo. El en verdad es Visnú,
el aliento vital (prāṇa), el tiempo, el fuego y la luna.
Śiva en forma de Īśvara
es superior a la trimurti y a todos los dioses, pero al mismo tiempo él
también es todos los dioses. Este verso explica la realidad que hay detrás de
la diversidad de divinidades e intenta reconciliar la diversidad del panteón
hindú con la grandeza del Supremo Brahman.
9. El en verdad es todo lo que ha
sido, lo que será, lo eterno. Conociéndolo se trasciende la muerte. No existe
otro camino para la Liberación.
10. Viéndose a sí mismo (ātman)
establecido en todos los seres y a todos los seres en sí mismo (ātman),
se alcanza el supremo Brahman —no por otro medio.
11. Haciendo de sí mismo el araṇi
(inferior) y de la sílaba “om” el
araṇi (superior), mediante la repetición de aquella fricción que
es el conocimiento, el sabio quema sus ataduras.
El araṇi es un
palillo usado para hacer fuego.
12. El ātman confundido
por la ignorancia (māyā) ejecuta todos sus actos
identificándose con el cuerpo. En el estado de vigilia, encuentra satisfacción
mediante los variados placeres de mujeres, comidas, bebidas, etc.
13. En el sueño con ensueños el ātman
encarnado experimenta el placer y el dolor en un mundo de existencia (el mundo
onírico) creado por su ignorancia (māyā). En el sueño
profundo, cuando todo se ha disuelto, es dominado por tamas y alcanza su
(especial) forma de felicidad (sukham).
Cuando el jīva
duerme profundamente, todos sus problemas quedan temporalmente suspendidos,
pues bajo la influencia de tamas permanece ignorante de todo. Esta
ignorancia, durante un breve periodo de tiempo, le proporciona un pequeño
descanso ante la dura realidad del estado de vigilia. La felicidad (sukham)
a que se refiere este verso no es, por tanto, un estado mental positivo de
felicidad, sino un estado negativo de tregua temporal ante las indecisiones de
la mente.
14. El jīva (alma
encarnada), a causa de sus acciones en una vida anterior, nuevamente regresa a
un estado de sueño ligero con ensueños o despierta. Del jīva
encarnado, que disfruta en las tres ciudades (estados de vigilia, sueño ligero
y sueño profundo), nace el todo multiforme. (Considéralo como) el fundamento,
la felicidad, la conciencia integral, en que se disuelven incluso aquellas tres
ciudades.
15. De Él nace el aliento vital (prāṇa),
la mente, todos los sentidos, el espacio, el viento, la luz, las aguas y la
tierra sostenedora de todo.
16. Aquello que es el supremo Brahman,
el ātman de todo, la gran morada de todo, más sutil que lo sutil,
eterno —aquello en verdad eres tú, tú en verdad eres aquello.
17. Aquél que realiza: “yo soy el
iluminador Brahman que dota de realidad los estados de vigilia, sueño
con ensueños y sueño profundo”, se libera de todas sus cadenas.
18. “Yo soy distinto de aquello que
en las tres sedes es el objeto de la experiencia (bhogya), el sujeto de
la experiencia (bhoktṛ) y la propia experiencia (bhoga). Yo
soy el observador, conciencia pura, eternamente feliz”.
Las tres sedes, igual que las
tres ciudades, se refiere a los tres mundos (tierra, cielo y mundo de Brahman)
que se asimilan a los tres estados de conciencia en que puede hallarse el
individuo (jīva): vigilia, sueño
con ensueños y sueño profundo.
19. “Todo nació de mí, todo está
establecido en mí, todo se disuelve en mí. Yo soy aquel Brahman sin
segundo”.
20. “Yo en verdad soy menor que lo
más pequeño, e igualmente lo más grande. Yo soy el todo multiforme, el antiguo,
el Sí Mismo Esencial (puruṣa). Yo soy el Señor, efulgente, feliz
por naturaleza”.
21. “No tengo manos ni pies. Poseo
un poder (śakti) inconcebible. Veo sin ojos, oigo sin oídos. Lo
conozco todo. Soy de naturaleza distinta (a todas las formas). Nadie puede
conocerme. Soy eternamente la conciencia”.
22. Debo ser conocido mediante los
distintos Vedas. Yo soy el hacedor
del Vedānta (el autor de las Upaniṣads), el conocedor
del Veda. “Para mí no existe ni lo bueno (puṇya) ni lo malo. No
existe destrucción para mí. Yo no tengo nacimiento ni me identifico con el
cuerpo, los sentidos o el intelecto”.
23. “Para mí no existen ni tierra ni
agua ni fuego; para mí no existen ni viento ni espacio. Sabiendo que es así la
naturaleza del supremo ātman, que tiene su morada en lo recóndito
del ser, carece de partes, es único, el observador de todo, desprovisto de
existencia y de no existencia, se alcanza la naturaleza pura del supremo ātman”.
Teóricamente, aquí finaliza la primera parte de esta Upaniṣad, pero no existe una
segunda parte. Probablemente se haya perdido o se haya interrumpido el texto
sin continuidad. Al final de esta primera parte hay dos versos más que se
transcriben a continuación. Probablemente son añadidos tardíos que proporcionan
un carácter definitivamente śivaita
a esta Upaniṣad.
24. Aquel que estudia el Śatarudrīya
(capítulo 16 del Yajur Veda Blanco),
se convierte en uno purificado por el fuego, por el viento y por el ātman;
se purifica de los pecados de haber tomado alcohol, de haber matado a un brahman,
de no haber hecho lo que debió hacer y de haber hecho lo que no debió hacer.
Bajo esa forma se refugia en Avimukta (Śiva). Aquel que se
halla en el último āśrama de su vida debe recitar siempre
(este texto), al menos una vez (cada día).
El Śatarudrīya es un texto de 100 versos,
correspondiente al capítulo 16 del Taittirīya Saṃhitā,
del Yajur Veda Blanco. Se trata de una invocación a Rudra
o Śiva y se considera sagrado por los seguidores del Śaivismo.
Avimukta es aquello que se ha liberado de la necesidad de liberarse.
Aquí se refiere a Śiva.
25. De esta forma se alcanza el
conocimiento que destruye el océano de las reencarnaciones (saṃsāra).
Y en esa forma, sabiendo que el ātman es así, se obtiene como fruto
el aislamiento trascendental (kaivalya); ciertamente, se obtiene el
aislamiento trascendental.
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