Yogadarshana
Meditación:
Vivekananda, consejos para meditar
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(Comentarios de Swami
Vivekananda sobre meditación extraídos literalmente del libro: Swami
Vivekananda, "Raja Yoga”, Editorial Kier, 1973)
— La primera lección es sentarse por algún tiempo y
dejar a la mente que haga lo que quiera. Todo el tiempo la mente está en un
estado como de ebullición. Vosotros simplemente esperáis y vigiláis. Hay que
dejar de lado toda argumentación y distracción.
— Soltad las riendas; muchos pensamientos
odiosos entrarán en la mente. Veréis que cada día que pasa el vagabundeo de la
mente se hace menos violento, que cada día se va calmando un poco más. Pero
debemos practicar pacientemente todos los días. ¿De qué modo y por cuánto
tiempo debe esto practicarse? Es una tremenda labor y no puede ser hecha en un
día. Solamente después de años de paciente y constante lucha podemos lograr el
resultado.
— La meditación debe comenzar con objetos
densos y lentamente ascender hasta objetos más y más finos, hasta llegar a ser
meditación carente de objeto alguno. La mente se ocupará al principio en
percibir las causas externas de las sensaciones, luego los movimientos internos
y al final, sus propias reacciones. Cuando ha logrado percibir las causas
externas de las sensaciones en sí mismas, la mente adquirirá el poder de
percibir toda existencia fina material, todos los cuerpos y formas finas.
Cuando consigue la percepción de los movimientos internos en si mismos, logrará el control de toda ola mental, en sí
mismo o en los demás, aún antes de que se hayan traducido en energía física; y
cuando sea capaz de percibir la reacción mental en sí el yogui logrará el
conocimiento de todas las cosas, ya que cada objeto sensible y cada pensamiento
es el resultado de esta reacción. Entonces habrá visto los verdaderos cimientos
en que descansa la mente y la tendrá bajo su perfecto control. Entonces, la
gloria del alma, no perturbada por las distracciones de la mente o movimientos
del cuerpo, brillará en su plena efulgencia; y el yogui descubrirá en sí mismo
lo que es y lo que siempre fue: la esencia del conocimiento, lo inmortal,
aquello que lo penetra todo.
— El modo más fácil de aprehender la mente es
sentarse quieto y permitirle durante un rato que vaya en todas direcciones.
Manteneos firmes en la idea: “soy el testigo observando a mi mente yendo de uno
a otro lugar; yo no soy la mente”. Luego dejad que piense como si fuera una
cosa enteramente distinta de vosotros.
— Concebid vuestra mente como un tranquilo
lago que se extiende ante vosotros y a los pensamientos que entran y salen como
burbujas que surgen y se rompen en su superficie. No hagáis ningún esfuerzo por
controlar los pensamientos, pero observadlos y seguidlos con la imaginación
cuando se están alejando. Gradualmente irán disminuyendo los círculos. La mente
abarca vastos círculos de pensamientos y éstos a su vez se agrandan en círculos
mayores, como ocurre cuando tiramos una piedra en la superficie de un estanque.
Debemos invertir este proceso y comenzando por el círculo mayor retornar por
los más chicos hasta poder fijar nuestra mente en un punto y mantenerla allí.
Manteneos en la idea: “yo no soy la mente; sé que estoy pensando, que estoy
observando la acción de mi mente”, y así cada día disminuirá vuestra
identificación con pensamientos y sentimientos, hasta que al final podréis separaros
completamente de la mente y saber con certeza que ella está separada de
vosotros.
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